Neurociencia

Desmontando Mitos (II): Estilos de aprendizaje y La música clásica aumenta tu inteligencia

En la entrada anterior nos hacíamos eco de una encuesta publicada en Frontiers in Psychology en la que se medía la vigencia de algunos de los mitos cerebrales más comunes en tres diferentes segmentos de población (gente común, educadores y profesionales con formación en neurociencia).

En la primera parte analizamos dos de estos mitos: solo usamos un 10% de nuestra capacidad cerebral y que si eres creativo es porque en tu cerebro domina el hemisferio derecho y si eres analítico es porque domina el izquierdo. Ahora seguimos con otros dos.

Los estilos de aprendizaje

Se puede unir este mito al de los hemisferios. Esta teoría dice que hay que orientar las formas de enseñanza a las preferencias individuales de aprendizaje. Así, por ejemplo, si una persona reporta que aprende mejor de manera visual que escrita, habría que favorecer este tipo de aprendizaje a través de una enseñanza visual. Las personas se diferencian en cuanto a qué tipo de modalidad de aprendizaje es más efectiva para ellas, así que ajustar la docencia a esto hará que el aprendizaje sea más fluido y eficaz para esta persona. Esto es un mito, apoyado en débiles cuando no inexistentes evidencias científicas, que ha ayudado a construir una auténtica industria de venta de diferentes tipos de aprendizaje (según Paul Kirscher y Jeroen Merriemboer si hiciésemos una dicotomía entre visual y verbal, nos saldrían una combinación de tipos de aprendizaje que superaría a los habitantes de la Tierra).

Estos tipos de aprendizaje se basan en test de la autopercepción de la gente a la hora de valorar cómo ellos aprenden mejor, es decir, que las personas podrían pensar que aprenden mejor de forma visual que verbal, pero su rendimiento dice otra cosa.

Esto no significa que el tipo de enseñanza no deba ser ajustada a las necesidades de cada grupo y que algunas materias se aprendan mejor de ciertas maneras, por ejemplo los principiantes aprenden mejor con ejemplos, mientras que los más expertos lo hacen resolviendo problemas por ellos mismos; otros estudios apuntan a que combinando diferentes actividades el aprendizaje es mejor.

¿Por qué es dañino este mito? Básicamente porque, como hemos visto, lo que una persona prefiera, no se corresponde con su actuación real y sus resultados. En segundo lugar, porque si efectivamente un tipo de aprendizaje se adecua a las habilidades de esa persona, se estaría potenciado más estas pero dejando de lado aquellas que, igualmente válidas y necesarias, esa persona no es hábil, haciendo que quede coja de habilidades que perfectamente podrían serle útiles.

Un 93% de público se cree este mito, el 76% de los profesores también y el 78% de los formados en neurociencia también. Aquí y aquí un poco más de información

La música clásica mejora tu inteligencia

También conocido como el efecto Mozart, es la idea de que los niños, incluso bebés, si escuchan música de Mozart se convierten en más inteligentes. Este “efecto” fue lanzado al mercado en los años 90s, y tuvo un éxito brutal, el Gobernador de Georgia financió estos CDs para bebés y hasta hubo granjeros que ponían música clásica a sus vacas, asegurando que daban mejor leche.

En el paper original, los autores de la Universidad de California ni siquiera mencionaron tal efecto. Ni tampoco fue conducido en niños, sino en 36 adultos. A estos adultos se les puso tres grabaciones de 10 minutos antes de realizar una serie de tareas mentales: una de completo silencio, otra de instrucciones relajantes y otra de una sonata de Mozart. Los sujetos que escucharon esta última eran mejores en tareas en las que tenían que crear figuras en su mente, durante un corto período de tiempo eran mejores que el resto a la hora de predecir qué formas iban a surgir de unas piezas de papel con cortes cuando estas se desplegasen. Pero esta mejora solo duraba quince minutos, pasado ese tiempo, el efecto de la música clásica desaparecía.

Un meta análisis de 16 estudios confirmaron esta mejora temporal a la hora de formar figuras en nuestra mente, pero confirmaban también la corta duración de la misma. Otro meta análisis descubrió que no solo la música clásica tenía este efecto, de hecho se observó que cualquier tipo de música mejoraba esta habilidad mental; incluso, el escuchar un pasaje de una novela de Stephen King, provocaba esta mejoría. Esto parece indicar que la clave no está en el tipo de sonido que escuchamos sino en la emoción que nos provoca en el cerebro y que hace que éste se excite.

Un estudio de 2006 se centró en el efecto que producía la música en niños a la hora de predecir formas mentales. 800 niños británicos escucharon 8 minutos de un quinteto de cuerda de Mozart, una discusión sobre el propio experimento y una secuencia de tres canciones de Pop: Country House de Blur, Stepping Stone de Duncan y Return of the Match de Mark Morrison y PJ. Con la música de Mozart completaron bien la tarea de predecir formas, pero fue tras la canción de Blur cuando hicieron mejores resultados. Aunque, de nuevo, el efecto se marchó a los pocos minutos.

Por tanto se puede decir que escuchar música clásica no te vuelve más inteligente a la larga, solo que estimula el cerebro, lo que te permite «activarlo» antes y te permite una pequeña mejoría en un corto período de tiempo.

El 59% del público piensa que este mito es verdad, el 55% de los profesores también y el 43% de los formados en neurociencia también. Este mito no conlleva ningún problema en sí, solo que si decides gastarte el dinero en CDs «especiales» para el aprendizaje de tus hijos, solo decirte que estás malgastando el dinero, aunque al menos tu hijo crecerá con unos gustos musicales de calidad.

ALL YOU NEED TO KNOW ABOUT THE ‘LEARNING STYLES’ MYTH, IN TWO MINUTES

DOES LISTENING MOZART REALLY BOOST YOUR BRAIN POWER 

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